ENTREVISTA CON PABLO MADERUELO

"La radio no es el púlpito de nadie"

Pablo Maderuelo es jefe de los Servicios Informativos de COPE Madrid 2, cadena desde la que cada medio día informa desde los estudios en Getafe de todo lo que pasa en el sur de Madrid. Empezó trabajando en Radio Cuéllar (Segovia) y ha pasado por muchas emisoras de radio, que es su gran vocación, como Kiss FM. Actualmente, también trabaja para Europa Press y, posiblemente, se convierta en un "corresponsal de calidad" de Getafe Hoy.

¿Cómo ve la situación de la información local?

La información local pasa por uno de sus momentos más complicados. Hoy en día, los grandes grupos de comunicación apuestan por un periodismo global -al igual que ocurre en otros campos profesionales- y las pequeñas empresas, los pequeños comerciantes o incluso también los medios pequeños lo están pasando mal para sobrevivir.

A pesar de que lo que ocurre en nuestra localidad, ciudad o región nos sigue interesando del mismo modo a los ciudadanos de a pie, las empresas cada vez lo valoran menos ya que los ingresos publicitarios han descendido notablemente.

Por ello, creo que el futuro de la información local pasa -como muchas cosas más- por Internet y que eso hará que el reportero local ya no sólo sea el propio periodista, sino cualquier vecino con un poco de inquietud. Muchas veces, ellos se enteran de lo que pasa antes que los propios periodistas.

¿Los medios locales están muy sujetos y dependientes a las subvenciones institucionales?

No es justo generalizar porque hay medios que tratan de mantener su independencia, pero la tónica general sí es esa. Hay instituciones que, con sus partidas publicitarias, llegan incluso a mantener a flote ciertos medios de comunicación.

Como consecuencia de la inyección económica que reciben los medios por parte de las instituciones y los partidos políticos (a cambio de publicidad), hay una especie de regla no escrita basada en aquel dicho: “no muerdas la mano del que te da de comer”; es decir, alguien que inserte publicidad en un medio de comunicación sabe que el trato va a ser algo distinto (más favorable). El juego consiste en intentar mantener la independencia a pesar de todo, aunque hay quien piensa que insertar publicidad en un medio le da un cheque en blanco para con ese medio.

¿En qué se diferencia sus informativos locales de otras Palestras?

Para empezar, porque soy un único periodista para contar en 30 minutos todo lo que pasa en una zona que habitan un millón y medio de personas. Eso condiciona el modo de contar las cosas. A mí me encantaría tener un gran equipo que me permitiera conectar en directo con cada noticia que ocurre, pero la realidad es bien distinta.

Para combatir esa situación, procuro huir del clásico formato informativo y 'contar' las noticias; es decir, explicarlas como si estuviera hablando de tú a tú con otra persona, Esa cercanía creo que se transmite al oyente. Además, creo que la música no está reñida con la información -a pesar de que pocos se atreven a incluirla en los informativos- y trato de buscar una canción que apoye o ilustre desde otro punto de vista lo que estoy contando.

Creo que el resultado es un informativo diferente, más joven que el resto de los que hay en la radio, y con estilo propio. Hay que huir de los clones y hacer notar la propia personalidad.

Dicen que la independencia es como la virginidad, que en algún momento se acaba perdiendo. ¿Qué hay de los principios de objetividad, imparcialidad… en esta profesión?

Olvídate de la independencia, de la imparcialidad y de la objetividad. Lo primero que uno aprende al salir de la facultad, es que no existe ninguno de esos principios. De todas formas, insisto en la idea de que lo más divertido de este mundo puede ser, a veces, torear las circunstancias y tratar de ser independiente a pesar de la falta de independencia, o tratar de ser imparcial a pesar de la parcialidad.

Las palabras nos dan la posibilidad de ser ambiguos o concretos, de insinuar o decir las cosas claras, de interpretar las cosas de una manera o de otra, o de dejar algo planteado para que sea el que lo lee quien le dé su punto de vista.

Cada medio de comunicación tiene su ideología, pero a pesar de ello nunca hay que dejar de comprobar la información y hablar siempre con las dos partes -si es que no son más- implicadas en una noticia. Así, aunque seas parcial en el modo de contarla, al menos están todas las versiones recogidas.

¿Se ve algún día dirigiendo los informativos de COPE nacional?

Soy una persona muy trabajadora y constante. Yo creo que la paciencia, el trabajo bien hecho y la confianza en uno mismo te pueden llevar hasta donde quieras llegar. Por eso, me dedico a sacar adelante mi labor con la mayor dignidad y la mayor profesionalidad posibles y habrá que ver hasta dónde me lleva todo eso.

Estoy muy a gusto donde estoy -con unos compañeros fabulosos- y seguro que lo estaré, algún día, en el siguiente lugar por el que vayan mis pasos. Confío en mi mismo y eso es muy importante.

Pablo Maderuelo es un gran profesional que ha llegado muy lejos siendo tan joven, pero ¿sería tan independiente como para decir que las campanitas de la COPE no le gustan?

Resulta que sí que me gustan y que, además, pienso que Nacho Villa está haciendo un magnífico trabajo en las mañanas de la Cope. Creo que la radio no es el púlpito de nadie por muy importante que sea o que se crea, y lo que creo que no se podía tolerar más es que un comunicador dedicase las 3 horas de máxima audiencia para difundir únicamente su forma de pensar (además, repitiendo el mismo discurso cada hora).

La radio es algo fresco donde tener mucha gente repartida por los puntos que son noticia y donde hacer un programa con ritmo, etc., es prioritario. Yo ponía la Cope por las mañanas y me daba rabia no enterarme de las noticias sino únicamente del modo de pensar de su máxima estrella. Ahora tenemos un programa matinal en condiciones. Espero que la audiencia lo respalde.

Además, me parece estupendo que se haya apostado por gente 'de la casa' y crear nuevas estrellas. Se le da una oportunidad a gente muy válida que lleva muchos años con un trabajo, miguita a miguita, que quizás no había sido del todo reconocido.